Me levanté de la cama, hice mi desayuno y como cada día, me preparé para salir. Una vez afuera, no empecé a caminar, sino que me detuve en la puerta de casa, y sentada en el escalón, miré por primera vez con detenimiento mi entorno.
Hoy sí que me sentía rara...
Como con una percepción distinta de las cosas; no tenía la acostumbrada prisa por llegar a cualquier lugar, y encontré en el aire un perfume a infancia que esperaba me acompañe por el resto del día. Minutos después me decidí a empezar a caminar lentamente, y para mi sorpresa, no llegué tarde a ningún lugar...
Fue recién ahí cuando entendí que la velocidad que creí, hacía al verdadero ahorro de tiempo, no era otra cosa, más que perderme de la posibilidad de hacer exactamente lo mismo, pero con una genuina sonrisa en la cara... Entendí entonces, que soy yo, y sólo yo, con mi visión de las cosas, la única capaz de cambiar, o de permitirme crear para mí, una nueva realidad.
Rompiendo Ruidos©

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>>Porque no importa para qué, en el sonreír, o en el no hacerlo, es donde está la gran diferencia.
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